Entrevista Diagonal: Guillermo Irós
¿Qué es entrevista diagonal?
Si bien no existe una ciudad ideal, cualquier ciudad resulta comparativamente mejor que otra cuando todos sus habitantes participan de su producción. Una ciudad necesita de la opinión y del obrar del “otro” ya que sin esa alteridad, ninguna persona o grupo tiene por su propia cuenta los medios suficientes para poder sostener la complejidad de su funcionamiento. Bajo esta condición es que las ciudades son la representación viva del conflicto de intereses en la disputa por el territorio.
Resta preguntarse con qué instrumentos es posible establecer un equilibrio dentro de esta puja, ya que una ciudad sin instrumentos está librada a la improvisación y a la especulación.
Partiendo de la cruza entre actores de intereses complementarios o contrapuestos, en Entrevista Diagonal se propone indagar sobre estos instrumentos y los actores involucrados en los diferentes estratos que componen las discusiones en torno a la ciudad.

¿Por qué entrevistar a Guillermo Irós?
Su práctica resulta de gran interés ya que sostenidamente ha defendido los valores de la formación técnica y profesional dentro de la gestión pública.
A lo largo de su carrera ha impulsado, desarrollado e implementado numerosos instrumentos de gestión urbana en su desempeño como docente de grado y posgrado, Investigador de SECyT, secretario de desarrollo urbano de la municipalidad de Córdoba, ministro de obras, servicios públicos y vivienda de la provincia de Córdoba, senador provincial, concejal municipal y coordinador del instituto de planificación del área metropolitana de Córdoba (IPLAM).
Acerca de la normativa
—Transcurridos ya treinta años desde la implementación de la normativa para el área central de Córdoba, de la cual fue uno de los principales promotores, ¿Cómo evalúa al día de hoy el desempeño de las metas planteadas en ese entonces?
En primer lugar creo que los treinta años hablan de una desactualización, en la medida en que esas normas todavía siguen vigentes, o han sido en algunos casos retocadas. Lo cual no es bueno en el sentido en que la dinámica de la ciudad tendría que ir un poco más acompañada de una actualización de las normativas, porque van surgiendo una cantidad de tendencias y vectores que no formaban parte de la posibilidad del análisis y diagnóstico en aquellos años.
Después también, quizás como contraparte o como una relación simétrica opuesta, podría decirse que por suerte existió esa normativa porque sino la situación podría haber sido peor o más complicada como resultado. Por ejemplo, lo que tenía vigencia en aquellos años era simplemente un “Índice 7”, que significaba que se podía construir 7 veces la superficie del lote. ¿Qué producía eso? Primero que era general a toda la ciudad, no reconocía las distintas situaciones, las distintas subregiones que tiene la ciudad con sus características y particularidades que requieren de un enfoque particular y una normativa particular. Era absurdo. Un viejo profesor de urbanismo, el ingeniero Lazaro Devoto, decía que con la normativa que existía en la ciudad de Córdoba y con ese índice, en el radio municipal podía meterse toda la población de China.
—Haciendo una comparación rápida, las cuatrocientas hectáreas que ocupa el área central equivalen a un campo típico de la zona productiva de Córdoba.
Nada mas que en vez de ser un campo de soja es un campo de edificios.
—Edificios hechos con la soja. (Risas)
Yendo a hechos concretos, producía un resultado nefasto diría yo, porque era aleatorio, es decir, dependía de la superficie del lote y su proporción, la relación frente/fondo y demás; producía una volumetría que generaba un resultado parcela a parcela con diferencias, por lo tanto la manzana no tenía coherencia.
Una de las cosas que buscaban aquellas ordenanzas era pensar a la manzana como tal y no solamente la fachada externa, sino la contra-fachada a nivel de corazón de manzana, que daba una cierta lógica y una condición de habitabilidad al sector interno de los edificios que superaba aquello otro que se venía produciendo (el edificio “trencito”). Lo que nosotros llamábamos “un cuerpo, un palier, otro cuerpo, un palier, otro cuerpo”. Se metía como una cuña dentro de la manzana, y los tipos después quedaban encerrados. Cuando no había medianera ocupada, perfecto, pero cuando se construía, los patios que quedaban eran espantosos. Lo que se denominaba “departamento interno-interno”. No había fachada de frente y contrafrente mirando a un patio, sino todo mirando a un patio.
—Jamás ves la luz del día.
Cuando daba clases solía poner una foto de un anciano en una de esas plantas bajas, en el patio, mirando para arriba. Creo que en ese sentido fue positivo pero habría que haber estado más atentos al proceso de evolución urbana y a su dinámica permanente para ir produciendo correcciones.
En esa época yo llevé un equipo a la secretaría de desarrollo urbano formado en su totalidad por profesores de la facultad, lo cual también me interesaría destacar por el hecho de mantener el valor de la formación profesional en la gestión pública. No hubo nadie que fuera elegido en el equipo porque tuviera una identidad política, o por su militancia.
El mérito estaba en el equipo, porque fue un trabajo muy extenso que creo que no se ha modificado totalmente, y tampoco se lo ha descartado totalmente, porque es muy difícil desarrollar esa tarea. Fue hecho cuadra por cuadra recorriendo la ciudad, tomando notas, croquis, alturas, para ver cómo estaban configuradas las manzanas del centro y las del pericentro.

—¿Cree que las normativas vigentes en Córdoba incentivan el desarrollo urbano?
Las normativas urbanísticas son estáticas porque simplemente se las pone allí, el mercado las toma y lentamente van produciendo resultados. Hay otras alternativas que son de promoción que me parecen muy útiles. Actualmente también se están aplicando convenios urbanísticos que creo que en algunos casos son buenos, en otros no tanto.
Creo que el urbanismo tiene que manejarse con un ajuste mayor por zonas o recortes más pequeños, que vayan considerando las particularidades de sectores. Es un distrito urbano tan amplio en el que están involucradas tantas situaciones internas que hace que no se lo pueda tipificar (como nosotros hicimos en aquel momento en el centro). Quizás no se podía hacer otra, había que generar instrumentos que modificaran la situación.
—Instrumentos más particularizados
Exactamente, inclusive el planteo que hicieron ustedes en el Parque Central Metropolitano, de ir vinculando y pensando la ciudad como un tejido de componentes. Creo que le daban bastante importancia al tema de espacios verdes, de parques. Me parece una lectura interesante que es distinta a pensar simplemente en recortes que estuvieran totalmente aislados, sino que hay elementos de conectividad que es importante considerar.



Centro y Periferia
—¿Cómo cree que podríamos lograr centros más intensos y periferias más controladas?
Yo entiendo que a veces nosotros como arquitectos tenemos mucha más tendencia a pensar en lo que se podría llamar el hardware urbano, que es la cosa dura, la infraestructura. La infraestructura como cosa general, no la infraestructura de redes exclusivamente, sino que la infraestructura es todo. Donde se apoya la estructura, la estructura social fundamentalmente. Entonces estamos permanentemente preocupados por eso. Pero creo que hay un software, al que no se le presta suficiente atención y es lo que hace a la programación. Yo creo por ejemplo que el centro de Córdoba, manteniéndose como está, sin modificar su condición física en forma importante se podría corregir en gran parte con programación. Hay cosas que sí deben modificarse, corregirse o controlarse. Por ejemplo que tenga una muy buena prestación de servicios, es decir, que estén bien las calles, que esté bien iluminado.
¿Cuántos ejemplos hay en el mundo de áreas que tienen una capacidad de adaptación a nuevas situaciones? ¿Por qué? Porque son advertidas por la gestión pública. El caso de Güemes por ejemplo es prototípico de cómo toma dinámica una ciudad y ahí creo que es fundamentalmente a través de la iniciativa privada y casi nada de la gestión pública. Pero en el centro debería poderse, hay una enorme cantidad de cosas que desde distintas áreas de la Municipalidad se pueden abordar; desde el área de cultura, el área de turismo. Habría que de llenarlo de actividad.
Si se ve que decaen los comercios del centro y toman fuerza en el pericentro o en otros nodos urbanos o centros periféricos que tienen a veces mucha más actividad que el centro, entonces hay que favorecer al comercio del centro. Hay muchos instrumentos como los impositivos. Es cuestión de ponerlos en un programa y llevarlos adelante como política de estado porque tampoco son cosas que se resuelven rápidamente como si salieran de la galera de un mago. Son procesos y algunos llevan tiempo y superan a los gobiernos.
—¿Por qué cree que el sector Norte del centro (centro viejo) no logra un completamiento o no llega a atraer inversiones?
A veces las dinámicas urbanas están muy explicadas por situaciones de mercado o por tendencias de los inversores de ir a los lugares que tienen más demanda. En ese sentido, esa zona siempre tuvo una especie de freno. En general se pueden calificar a los componentes urbanos como impulsores o retardadores en la dinámica de cambio o en el mejoramiento, y en ese sentido quizás la situación que tenía el mercado Norte, rodeado de una cantidad de comercios muy vinculados a este hizo que la gente y los inversores lo vieran incompatible con la vida residencial.
El río Suquía también estaba en una situación de “componente depresor de desarrollo”. Era un gran basural de punta a punta.

Al no existir posibilidad prácticamente de circulación longitudinal, se transformaba en una zona muerta que se veía solamente en los cruces fugaces por los puentes, entonces eso hacía que fuese una zona muy inaccesible que tiende a la degradación, al deterioro.
Si uno hace un diagrama de valores tomando el valor de la tierra, cuando llegaba al río bajaba su valor. Eso también cambió mucho y ahora el río después de mucho tiempo está llamando a la inversión. A veces las dinámicas urbanas son muy rápidas y otras veces se lentifican por cantidad de factores.
—¿Cuál es el costo de extender Ciudad?
Es muy grande, se puede medir en términos ambientales, en términos económicos, en términos de fricción espacial, en términos de dificultad para extender la infraestructura y los servicios, (el mayor costo que tiene). La ciudad compacta indudablemente es mucho más manejable.
La ciudad extendida es una ciudad que no tiene vida urbana, tiene vida generalmente en los barrios aislados que pueden tener alguna vida interna pero no tiene urbanidad. Se produce una disociación entre lo que es el centro tradicional y esa periferia, como la llamó Aldo Rossi, “la periferia magmática”.
Además, es innecesariamente extendida. Nosotros hemos valorado eso en términos numéricos; y Córdoba, que dicen que es una ciudad excesivamente extendida, tiene un índice de ocupación de cantidad de habitantes por hectárea muchísimo más alto que las ciudades del entorno metropolitano de Córdoba, que tienen un índice de ocupación muy baja. Es más, si uno mira las dos curvas, la de como creció la población y como creó superficie urbanizada, se van despegando notablemente. Es decir que cada persona ocupa mucha más superficie urbanizada.
—Pensando en la tensión entre el centro y la periferia y entendiendo la estructura anular que se va repitiendo a distintas escalas, ¿Qué pasa en el medio? Hay sectores enteros en Córdoba sin estructura urbana, por ejemplo "El lejano Oeste"
Es necesario pensar en el todo para poder analizar las partes, porque creo que también hay un error que proviene de largo tiempo que es pretender ver las realidades urbanas dentro de los radios municipales o dentro de los espacios que establece la competencia municipal, y eso ya se hace cada vez mas difícil. Entonces si nosotros queremos analizar una situación intermedia, necesariamente tenemos que vincular al centro o al Pericentro de la ciudad grande y a los sectores más periféricos, porque son esos puntos de interfase en donde se dan las llegadas de dos situaciones distintas. En definitiva lo que me animo a responder a esta pregunta que no es fácil, es que es importante pensar a la ciudad desde la realidad urbanística actual y la que se proyecta al futuro.
Planificación y Gestión
—Usted mencionaba que había armado equipos técnicos con gente de la Facultad, ¿Qué rol cumplen los liderazgos políticos dentro de eso?
Es fundamental. Sin eso nosotros, los profesionales, terminamos en una frustración, en una situación prácticamente de descarte que es bastante lamentable y se da muy comúnmente. La decisión política es el motor que lleva a que todas la iniciativas que los equipos técnicos puedan desarrollar se concreten, sino mueren. No nacen directamente. Quedan ahí en ideas de laboratorio.
—Esta es una cita suya extraida de una nota que salió hace un tiempo en La Voz del Interior en relación a la Ley de bosques: “Los propietarios de los predios pretenden que se los especifique como áreas urbanizables y los proteccionistas aspiran a la máxima protección posible, entre los intendentes también hay diferencias. Nos tuvimos que manejar entre estos intereses”. En relación a esto, ¿Cómo articular desde la gestión estos intereses de los diferentes actores que operan en la ciudad?
Hay un componente central que es el Estado. El Estado representa a ese conjunto de intereses, pero el Estado o los Gobiernos que ocupan el Estado tienen que apuntar al interés general, que por supuesto es muy difícil de definir, porque está compuesto de un montón de intereses particulares. Pero ahí está la ideología, la ideología cultural, no solamente la política.
La Ciudad es el escenario de una confrontación permanente de intereses, pero indudablemente hay intereses mayoritarios y hay intereses mucho más sectoriales. Mas bien diría, restringidos a determinados actores. Entonces creo que la consideración del interés general más amplio es el que vale, el que tiene que predominar. Pero los intereses encontrados existen.
Volviendo a la mención de la Ley de Bosques Nativos, de lo urbanizable y no urbanizable, tampoco uno puede desconocer la existencia de un propietario, como creo que se produce en algunos casos.
Ahí hay un dueño de un campo, ¿Qué le vamos a decir al dueño de ese campo? ¿Que no puede hacer nada? Hacer nada significa que ni siquiera él puede entrar a su campo. Entonces cuando nos vamos a ese extremo de la exageración en donde no se puede tocar... ¿No puedo hacerme mi casa allí? ¿No puedo hacer el camino que me lleve hasta esa casa? ¿No puedo poner los paneles fotovoltaicos que me permitan iluminar la casa? ¿No puedo hacer nada? No, eso tampoco es factible.
Entonces ese interés existe y es un interés legítimo también. Es de una persona, porque estamos circunscribiendo a una propiedad, pero existe y tiene que considerarse. Es una tarea difícil. Los intendentes en general están más interesados por la urbanización, por el crecimiento de la ciudad. Hay un sentido de progreso que está muy relacionado a lo cuantitativo exclusivamente y eso es equivocado, en realidad al crecimiento quizás habría que suplantarlo por el concepto de desarrollo. O decir que el desarrollo no es crecimiento, no es aumento de superficie urbanizada exclusivamente, pero hay una tendencia en muchos casos a que el crecimiento esté muy orientado a la mayor superficie urbanizada porque eso significa también rentabilidad a la gestión del gobierno local, porque es impuesto al nuevo loteo, impuesto a la propiedad del loteo nuevo que se habilita, impuesto después al bien inmueble que se construye allí.

—Pensando en la analogía entre hardware y software que mencionaba ¿Dónde cree que recae el éxito de un plan urbano? ¿Podría ser en la interacción entre estas dos cosas?
Sí, seguramente. Fundamentalmente creo que hay un componente que hay que mencionar, que cada vez toma más vigencia, que es el concepto de la participación. De que las ideas, los proyectos, los planes sean construidos colectivamente. Lo cual es muy difícil pero cuando se logra, los resultados son extraordinarios porque cuando no existe eso no hay respuesta. Es como un diálogo entre sordos. Los ejemplos Latinoamericanos como Medellín, que tanto han trascendido, que han sido exitosos porque han tenido esa respuesta. Es gente que ha buscado seguramente. El alcalde aquel que después fue gobernador, Fajardo Valderrama, un matemático pero de un pensamiento muy amplio, muy claro, un profesor universitario importante. Esa fue su extracción. Tuvo esa sensibilidad, esa capacidad de pensar en la problemática social que necesitaba de una ciudad integrada, no una ciudad fragmentada socialmente y urbanísticamente. Por eso creo que tuvo una respuesta muy grande de la población, porque sino el resultado no se hubiera alcanzado de ninguna manera. Uno va a los barrios pobres de Medellín y encuentra a los chicos que caminan en la calle entusiasmados por ofrecerle al turista que quiere contarle la historia de su barrio que viene de la época del narcotráfico más violento y que ahora uno puede caminar tranquilamente por la calle. Eso es un fenómeno social participativo que le da un impulso y una dinámica enorme a la ciudad. Entonces cada acción de gobierno que va alineada en esa dirección tiene una respuesta social favorable que apoya y empuja en la misma dirección.
El tema de la conectividad urbana ha sido fundamental en este caso. Llegar desde el estado, meterse en los barrios pobres pero que también se pueda llegar a esos barrios con el transporte público es una medida fundamental.
Infraestructuras
—¿Cuál es el rol que juegan las infraestructuras en el crecimiento?
La infraestructura tiene que acompañar al crecimiento, así como también la dotación de servicios. No solamente la vialidad que tiene que extenderse sino también el transporte tiene que extenderse. Si no se extiende el transporte se lo suplanta con el automóvil. Entonces el automóvil está llenando la calles de todas las ciudades del entorno metropolitano pero también de Córdoba, porque están llegando por las vías más importantes, por ejemplo desde el sector Noroeste de 1.700 a 2.000 vehículos por hora en la hora pico. Y eso en una hora significan 16 hectáreas de estacionamiento dentro de Córdoba. ¿Adónde hay eso? No hay, entonces están todas las calles llenas de autos. ¿Por qué? Porque un auto ocupa veinte veces más de superficie viaria que un ómnibus. Una persona viajando en un ómnibus ocupa 1 metro cuadrado o menos y un automóvil te ocupa 10 metros cuadrados. Esa es una ecuación básica para comprender seriamente la necesidad de un transporte público, masivo y eficiente, que lleve a que la gente opte por el uso de ese transporte. A partir de ahí se pueden sumar restricciones al transporte privado. No se lo puede poner antes cuando uno no tiene opciones.
—¿A cuánto estamos de tener un tren metropolitano?
Estamos lejos. Creo que porque no se le ha dado el valor que tiene y la importancia que tiene el tema movilidad. Tenemos 400km de ramales ferroviarios que llegan a Cordoba, o sea que la posibilidad en cuanto espacio físico está.
—¿Ciudades inteligentes o ciudadanos inteligentes? Hoy se enuncian mucho las smart cities a partir de la recopilación de datos...
Como dice Jordi Borja: ¿Quiere decir que antes las ciudades eran tontas? Ciudadanos inteligentes, indudablemente.
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